La jacarandá (Jacaranda mimosifolia) es un árbol ornamental muy popular en México y otras regiones de clima cálido por sus espectaculares floraciones de color azul-violeta. Sus semillas tienen características distintivas que facilitan su dispersión y propagación.
Tipo de Fruto: Las semillas de jacarandá se encuentran dentro de cápsulas leñosas, aplanadas y de forma circular, que recuerdan a castañuelas o chácaras. Estos frutos son duros y de color café claro a gris cuando maduran. Se abren en dos valvas para liberar las semillas.
Forma y Tamaño: La semilla en sí es plana y alada, lo que la hace fácilmente reconocible. La parte central que contiene el embrión es pequeña y tiene una forma ovalada o de corazón. Está rodeada por un ala membranosa y translúcida.
La sámara completa (semilla con ala) mide aproximadamente 1.5 a 2.5 cm de largo y similar de ancho.
Color: La parte central de la semilla es de color café oscuro, mientras que el ala es más clara y translúcida.
Textura: La superficie de la semilla es lisa.
Peso: Son extremadamente ligeras, una característica clave para su dispersión por el viento. Un sobre de 0.2 gramos puede contener alrededor de 30 semillas.
Dispersión: La principal adaptación de la semilla de jacarandá es su ala, que le permite ser dispersada eficazmente por el viento (anemócora). Cuando los frutos maduros se abren en el árbol, las semillas aladas son fácilmente arrastradas por las corrientes de aire.
Viabilidad: Las semillas de jacarandá tienen una durabilidad moderada. Es recomendable recolectar los frutos secos antes de que se abran para asegurar la máxima viabilidad. Si se almacenan en un sobre de papel en un lugar fresco y seco, pueden mantener su poder germinativo por un tiempo, aunque su viabilidad puede disminuir con el paso de los años. Son consideradas semillas ortodoxas, lo que significa que toleran bien el almacenamiento en seco y frío.
Latencia (Dormancia): Aunque las semillas de jacarandá pueden germinar sin estratificación, un remojo previo en agua tibia ayuda a ablandar su cubierta y acelerar tanto su crecimiento como su germinación. Se recomienda remojar las semillas en agua tibia durante 24 horas antes de sembrarlas.
Condiciones de Germinación:
Temperatura: Requieren temperaturas cálidas para germinar bien, idealmente alrededor de 20°C. Esto las hace adecuadas para siembras en primavera o en épocas cálidas en general.
Sustrato: Necesitan un sustrato ligero y que drene correctamente, como una mezcla de tierra para macetas con arena o perlita para evitar el encharcamiento.
Profundidad de siembra: Al ser pequeñas y planas, deben cubrirse ligeramente con tierra, apenas el doble de su tamaño, o simplemente esparcirse sobre la superficie y presionarlas suavemente para asegurar el contacto con el sustrato.
Humedad: Es crucial mantener el sustrato constantemente húmedo pero sin excesos durante la germinación y el desarrollo inicial de las plántulas.
Luz: Las plántulas necesitan suficiente luz solar para un buen desarrollo.
Tiempo de Germinación: Con las condiciones adecuadas, la germinación suele ser relativamente rápida, comenzando a partir de la segunda semana después de la siembra y extendiéndose por unas pocas semanas más.
Toxicidad: Es importante señalar que, aunque las flores y la corteza de jacarandá se usan en infusiones con fines medicinales (con propiedades antioxidantes, antisépticas, antiinflamatorias, etc.), las semillas y las hojas de la planta pueden ser tóxicas si se ingieren. Se recomienda precaución al manipularlas, especialmente si hay niños o mascotas cerca.
Propagación: Las semillas son el método principal para propagar el jacarandá y obtener nuevos árboles, ya sea para proyectos de reforestación, paisajismo o jardinería doméstica.
Las semillas de jacarandá son un ejemplo fascinante de adaptación natural, diseñadas para volar con el viento y asegurar la continuidad de este hermoso árbol.