Las semillas de flamboyán (Delonix regia) son tan impresionantes como sus flores, que tiñen de rojo y naranja el paisaje tropical. Este árbol, originario de Madagascar, es uno de los ornamentales más reconocidos del mundo.
Las semillas del flamboyán se encuentran dentro de unas vainas muy características:
Tipo de fruto: El fruto es una legumbre (o vaina), típica de las fabáceas. Son vainas grandes, leñosas y planas.
Tamaño del fruto: Las vainas son realmente notables, midiendo entre 30 a 70 cm de largo y unos 4 a 6 cm de ancho. Son las vainas de leguminosas más grandes de México, lo que facilita su identificación.
Color y textura del fruto: Inmaduras son verdes, pero al madurar se vuelven de un color marrón oscuro a casi negro, muy duras y leñosas. Permanecen en el árbol por largo tiempo, a veces hasta la siguiente estación de floración.
Forma de la semilla: Las semillas son oblongas y cilíndricas, ligeramente aplanadas.
Color de la semilla: Tienen un color marrón amarillento o café claro, y su superficie es lisa y brillante.
Tamaño de la semilla: Son bastante grandes, midiendo entre 1.5 y 2.5 cm de largo aproximadamente.
Número por vaina: Cada vaina puede contener entre 20 y 60 semillas, dispuestas transversalmente dentro de la vaina, a menudo separadas por una membrana.
Las semillas de flamboyán son conocidas por su cubierta dura e impermeable, lo que les confiere latencia física y las hace difíciles de germinar sin un pre-tratamiento adecuado.
Latencia: La principal característica es su cubierta seminal dura e impermeable al agua. Esta es una adaptación para proteger el embrión y permitir que la semilla sobreviva en condiciones adversas hasta que se presenten las condiciones óptimas para la germinación.
Viabilidad: Las semillas pueden mantener su viabilidad por un tiempo considerable si se almacenan correctamente.
Tratamientos pregerminativos (para romper la latencia):
Escarificación mecánica: Es el método más común y efectivo. Consiste en romper o desgastar la cubierta dura de la semilla. Esto se puede hacer de varias maneras:
Lijado: Frotar suavemente un lado de la semilla con una lija (de papel, metal o incluso una lima de uñas) hasta que se vea una pequeña porción del interior más claro, pero sin dañar el embrión.
Corte: Hacer un pequeño corte superficial con un cuchillo o bisturí en el lado opuesto al "ojo" (hilo).
Escarificación química (ácido sulfúrico): Este método se usa más en viveros o laboratorios, ya que requiere precauciones. Se sumergen las semillas en ácido sulfúrico concentrado por un corto periodo (unos minutos) para ablandar la cubierta, seguido de un lavado abundante.
Choque térmico (agua caliente): Algunas personas vierten agua hirviendo sobre las semillas y las dejan en remojo por 24 horas a medida que el agua se enfría. Esta es una opción menos agresiva que la escarificación mecánica, pero no siempre tan efectiva para semillas muy duras.
Condiciones de siembra (después del tratamiento):
Sustrato: Necesitan un sustrato ligero y bien drenado, como una mezcla de turba y perlita, o tierra de jardín con arena.
Profundidad: Se siembran a una profundidad de aproximadamente 1 a 2 cm.
Temperatura: Requieren temperaturas cálidas para germinar, idealmente entre 20°C y 30°C.
Humedad: Es fundamental mantener el sustrato constantemente húmedo, pero sin encharcar.
Luz: La luz no es un factor crítico para la germinación, pero una buena iluminación es necesaria una vez que emergen las plántulas.
Tiempo de germinación: Una vez tratadas adecuadamente, la germinación suele ocurrir en un período de 7 a 20 días.
Crecimiento: Los árboles de flamboyán cultivados a partir de semilla suelen crecer rápidamente en condiciones adecuadas y pueden comenzar a florecer en 3 a 5 años.
Dispersión: Las grandes y pesadas vainas, junto con las semillas duras, sugieren una adaptación para la dispersión por gravedad o por animales grandes.
En resumen, las semillas de flamboyán son grandes, oblongas, de color marrón amarillento y se encuentran dentro de unas vainas leñosas y muy grandes. Su característica más importante es su cubierta dura, que requiere escarificación para permitir la germinación.